miércoles, 21 de septiembre de 2016

¡¡¡Caaaambia... todo cambia...!!!

“No existe nada permanente, a excepción del cambio” (Heraclitus – 501 a.C).

Y ¡vaya que sí tenía razón Heraclitus!
Aquellos que surgían como novedades a principio de la década: televisores 3D, cámaras digitales, lámparas de bajo consumo, los mensajes de texto, entre otros y todos en gran medida reemplazados ya por sus correspondientes sustitutos (SmartTV,  Smartphones, lo último en Lámparas led, Whats App, etc.) son ya una vieja historia a la velocidad de los acontecimientos del mundo globalizado.
Más cercano a nuestro presente son:
  • Los robots, en países más desarrollados, ganan terreno ocupando ya un porcentaje de los puestos laborales cercano al 50 (cambiando, obviamente, la naturaleza del empleo humano);
  • Las cosas cotidianas se conectan ya entre sí y con Internet, imponiendo ello un desafía sin precedentes en materia de seguridad y privacidad;
  • Los drones seguirán expandiendo sus aplicaciones y, junto con los vehículos autónomos, en un tiempo no muy lejano serán parte del paisaje cotidiano;
  • La inteligencia artificial, con acierto y errores, estará cada vez más omnipresente;
  • La conectividad alcanzó rango de recurso estratégico y depende de la energía;
  • Más velocidad y más cobertura, sólo di adecuadamente #administrados, infieren más desarrollo y, bajo la misma condición, más generación de riqueza genuina – claro: con menos manos de obra manual y más cerebral.

Las oportunidades están allí, en un marco tan nuevo como desafiante, difícilmente explorable con las estrategias empresariales tradicionales. Y considera que sólo he mencionado unos pocos.

No comprender esta realidad dinámica equivale a estar en el mercado equivocado, en el momento inadecuado y pensando equivocadamente, o sea, pensando en un mundo que ya no existe y que se fue para no regresar, dejándonos desafíos cuantiosos desafíos en política, economía, energía, comercio, agro, educación, libertades y garantías, entre tantos otros.


Por cuanto concierne a #Administrar la institucionalidad de empresas y organizaciones, habrá que hacer notables esfuerzos y agudizar el ingenio en eficiencia y eficacia, competitividad, desempeño laboral, por citar sólo algunos.

¡ADMINISTRÁ!
Lo que ya sabes hacer exige tu productividad, la de tu equipo y, el dinámico vínculo contextual.
¡Sumate, estamos administrando!

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