Desenmascara a ese letal enemigo silencioso de tu virtud empresarial, agazapado en tu interior.
Esa mejor competencia que se constituyó en una de las causales que te llevó a emprender y abrir tu propio negocio; conforme evolucionas, si no estás prevenido, comienza a jugarte recurrente malas pasadas.
Estas malas pasadas, es común que sean descriptas
en la consulta como: “repetidas frustraciones”;
“lo mal que todos hacen las cosas”; “para nosotros nunca hay beneficios”,
etc., muchas veces excusas que encubren la verdadera afección que tantas veces
importa “sólo” alto grado de stress en sus diversas manifestaciones y, cuando
peor, deriva en el cierre por quiebra o hartazgo de aquello que tantas
ilusiones y esfuerzo significó.
Por caso, bastara describir unos pocos
detalles de los ejemplos citados en el post anterior (Un nuevo ataque impiadoso del boicoteador empresarial) para
ilustrar:
Un inventor con sobradas competencias en
su virtud de leer la necesidad humana mucho antes que se manifieste para el
corriente de los mortales, que desarrolla kilos de especificaciones para su
producción, que logra establecer el Producto Mínimo Viable (PMV) y además
numerosas versiones superadoras de la misma invención y, hasta consigue las correspondientes
patentes pero, llegado el momento de comercializar (ya sea el producto o la
patente) consigue todas las excusas inimaginables para dilatar o nunca ocuparse
del proceso que ello requiere, o sea: COMERCIALIZAR
(ya que lo haga per se o por delegación).
Lo sabe una debilidad, lo sabe su punto de
corte pero, “como el fumador que se fuma
en cada cigarro la vida, reconociendo ser el sustento de su familia, los
efectos nocivos de tal adicción, etc., rehúye a la actividad necesaria e
inevitable para superar la afección: afrontar el proceso correspondiente o, para
la analogía establecida, valerse de los procesos que ofrecen los grupos de
ayuda para fumadores.**
Tal como el inventor, el artista que culpa
al sistema comercial o financiero por la no venta de sus obras, exclusivas e
irrepetibles, pero sigue incansablemente produciendo tales genialidades, al
mismo tiempo que no internaliza que un universo de colegas sí están
comercializando y vendiendo las suyas.
El factor en común es, en gran parte, el AUTO-BOICOT.
Vaya ¡así que nunca te pasó!
¡Así que nunca idealizaste numerosos
proyectos que nunca materializaste por miedo a que te roben la idea, porque el
sistema financiero no atiende tu necesidad, porque los demás no te comprenden,
porque…, porque…!
A mi si me pasó e intuyo que si llegaste
leyendo hasta acá, también te pasó.
La primera buena noticia es:
que ahora, si no lo tenías ya, quedó desenmascarado el silencioso enemigo.
La segunda buena noticia es:
que ese enemigo es derrotable, tanto por la acción de la Administración...,
…como, en casos severos, por la acción conjunta
con una disciplina que tanto aporte ha realizado a la nuestra: acude a tu psicólogo; pues es inteligente
tener en cuenta que la afección se origina en el primer nivel de la sociología
organizacional, o sea, en el individuo – se trate del emprendedor o, según el
caso, el ya empresario.
Las excusas, pueden interpretarse como un
mecanismo de defensa para no quedar expuestos por nuestra incompetencia pero,
la verdad es que mucho no ayudan porque tapan la oportunidad de mejora.
Por su parte, aceptar la superioridad del
nuevo organismo al que has dado vida, al poco de su andar, y someterlo al
juicio y acción de las personas adecuadas para la tarea requerida, si lo haces
bien:
- te traerá las satisfacciones que ya predecía Alfred CHANDLER (segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX) por cuanto a la conveniencia que aporta a la estrategia al tiempo que alivia tensiones originadas en el crecimiento pero, además,
- potenciará tu desarrollo y el de toda tu organización; consecuentemente la de tu ecosistema empresarial y social en el que inevitablemente influyes (lo que en honor a la verdad, bastante falta nos hace).
** Debo la analogía al aporte de un entrañable amigo que elijo no exponer.
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