viernes, 8 de julio de 2016

¿¡Crees aún ser el propietario de tu empresa!?

Hago una breve referencia sobre este aspecto porque no deja de sorprenderme ¡tanta ingenuidad…!*

Si estás decidido a tener una mínima oportunidad de progreso en el ámbito de la empresarialidad comienza a pensar que la idea de ser el propietario de tu empresa de alguna manera no te conviene, y no porque en los papeles así no figure, sino porque en los hechos la realidad es otra.

Hasta el preciso momento en que abres al público las puertas de tu empresa productora de bienes y servicios eres el ideólogo, modelador y propietario de aquello que llamas “mi negocio”. Pues es hasta ese preciso momento en el que decides gran parte de la suerte de éste.

De la apertura del negocio en adelante, o sea cuando realmente ha de probar si se trata o no de un “negocio”, ni que digamos de una “empresa”, esta realidad ya escapa de tus manos y está en el ámbito de control de los potenciales clientes y/o de los clientes reales.

Si acaso ellos – los clientes – deciden no aceptar el conjunto ofertado que produces para ellos te darás cuenta que aquello de lo que creías ser propietario, en realidad se reduce a nada.

Si acaso eres propietario de algo es de la promesa de servir a la comunidad en la que participas a la que, si no terminas agradando, convenciendo o, por caso, si te equivocas con un proceder que determine la censura por parte de la clientela, aprenderás por la fuerza lo que ahora te comparto.

Obviamente, el tema da para varios tratamientos pero nos ocuparemos de ello en otro momento. Vino a mi mente porque de tanto en tanto aparece alguno que todavía no lo entendió y no deja de causarme admiración y sumarme algún ejemplo para comentarles aquí o en alguna capacitación.

El caso de hoy, se suscitó durante el almuerzo cuando alguien comentó que:

“…’las viejas’- refiriendo a las clientas amigas de la casa –,
 si no abro al horario convenido – refiriendo a su comercio de comestibles –
 te llaman por teléfono para reclamar que están esperando en la puerta y reniegan porque no llegas a horario”.

Lo que pareció para algunos de los presentes un hecho risueño, pasa a ser una pesadilla para muchos cuando un competidor detecta la falta a la promesa empresarial y se ocupa de cubrir la insatisfacción de “esas viejas”, del relato; que para el caso, a veces son, también, los accionistas que no ven cumplido o tan sólo ven peligrar el cumplimiento de la promesa de sus retornos.

¡A prestar mucha atención a la promesa que te vincula con:
AQUELLOS QUE DECIDEN HASTA CUANDO SOSTENERTE EL PULGAR EN ALTO!
o sea,
Tus CLIENTES
(o como sea que amenamente lo llames).”


¡Ya sos el mejor en lo que haces.
Ponele administración para, también,
 ser el más sosteniblemente rentable! 

*La imagen es de www.rankia.com


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