jueves, 4 de julio de 2019

¿Conviene el lugar donde vivo para mi negocio?

"Cuando soplan vientos de cambio algunos construyen muros. Otros, molinos".
Proverbio chino.

RESUMEN EJECUTIVO:




MI COMUNIDAD, MI MERCADO.

El caso de este mes, no involucra a un cliente en particular, pero a su vez los involucra a todos, incluso a la comunidad toda. El protagonista es San Rafael, Mendoza, Argentina, el lugar en el que resido.

Te tocará a vos, si no sos de San Rafael, hacerte el cuestionamiento sobre lo que ocurra en tu lugar de residencia, si ha de ello aportarte algo, claro.

Es común que en algunas mesas que participo de cuando en cuando surja el interés por:

Saber ¿De qué vivimos en San Rafael?
(Saber ¿De qué vives en dónde sea que vivas?)

Lo común es que la respuesta no alcance para más que algunas muy subjetivas apreciaciones y pocos o ningún dato concreto, por lo que particularmente siempre me quedo con la idea de que el cuestionamiento sea en algún grado correcto pero no suficiente, especialmente si se lo referencia fuera de la escala local.

El análisis siguiente, previa advertencia de no ser un avezado en estos asuntos más atribuibles a lo geopolítico, importa echar un vistazo inherente al impacto y alcance que ello tiene en la empresarialidad y, consecuentemente para la sociedad; considerando que es la empresa el único factor de una nación, e invariablemente de sus territorios, con capacidad de generar recursos genuinos.

Decían las cifras.


Están hechas las cifras para rescatarnos de las subjetividades y ésta es una buena ocasión para valernos de su auxilio.

En 2010, ya observaba la conformación del Producto Bruto Geográfico (PBG) de San Rafael, con base en los estudios y publicaciones de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) del Gobierno de Mendoza, con datos como estos:


Supe también por entonces que el aporte del sector agropecuario alcanzaba en 2003 un 14,38%, e indagando algo sobre ello obtuve que en décadas inmediatas a los años '20 (del pasado siglo), esa participación del agro rondaba el 50% (seguramente vinculada a la actividad pastoril que exigía el transporte de entonces).

Un cambio en la matriz económica, es obviamente común por si mismo. Pero cuando no responde a las realidades circundantes, o a la sustentabilidad futura puede que falte a cierta lógica especialmente si se considera que es pasible de ser administrado, (del lo cual en el mundo sobran ejemplos).

Como sea, no viene al caso la historia, el hecho es que la información en 2010, nos dejaba por entonces de cara a un 65% de dependencia del sector terciario (servicios), y sólo un 35% de factores de producción primarios y secundarios. Una imagen que no dista mucho del no muy pintoresco cuadro que hemos visto repetirse en gran parte del territorio nacional.

Dicen hoy las cifras.


Cabe entonces preguntarse ¿cómo evolucionamos desde entonces?, si lo hicimos, lo que en mi modesta opinión más bien impresiona a que involucionamos. Pero vamos, ¡Menos conjeturas y más cifras!

Hoy, según la misma fuente - DEIE - y retransmitido a la comunidad por el periódico Diario San Rafael, de tirada local, el pasado 25 de marzo de 2019 (Ver: El departamento genera el 8,36% del producto bruto geográfico mendocino), la realidad impresiona de este modo:


El 72% proviene de los servicios (comercio, las industrias hotelera y de restauración, el transporte, los servicios financieros, las comunicaciones, los servicios de educación, los servicios profesionaleslas administraciones públicas...), por lo que sólo un 28% se funda en factores productivos primarios (agricultura, la ganadería, la silvicultura, la caza y la pesca) y secundarios o de transformación (industria minera y petrolífera, envasado, embotellado, manipulación y transformación de materias primas y/o productos semielaborados…).

Dejo en el terreno de lo anecdótico las incidencias de los sectores que se retrajeron o se expandieron, porque además no incube a este análisis aunque seguramente sea de interés particular de los respectivos involucrados.

También es dable aclarar que vivir del sector terciario o servicios no importa algo malo en si mismo, pero si es posible observar con poco ilustrado análisis que contiene la misma lógica por la que en el ámbito empresario no nos permitiríamos depender de un único proveedor.

¿Qué hay detrás de lo que dicen estas cifras?



Que un 8,36% ubique al departamento en la quinta posición por contribución al producto bruto provincial, en cualquier ámbito invitaría a pensar que algo hay para aprender de los que están en los cuatro lugares precedentes, pero si de conformidad se trata, no es una mala posición.


Ahora, si de competitividad se trata, ilusorio sería conformarse con una sola referencia, y seguro la curiosidad te conduce a preguntar acerca de nuestra propia participación en este asunto de contribuir al producto bruto, lo que no es muy distinto a pensar - y tener que ensayar entonces - algún indicador de productividad que, de sólo comparar PBG con habitantes nos ilustra así:


¡Hay... joder!, una ubicación dentro del último tercio sobre el total de departamentos provinciales, por cuanto refiere a la contribución per cápita que realiza cada departamento, (eludiendo el hecho de los recursos de cada cual), no es algo que haya de conformar fácilmente a una administración, o que no amerite al menos un cuestionamiento, y que decir de un sinceramiento.

Quitando a Malargüe (arbitraria y hasta digo caprichosamente), por su base hidrocarburífera, igual la distancia sigue siendo demasiada con respecto al departamento Capital que figura como el primer aportante al PBG provincial e, incluso, a La Paz que es el último de ellos y aquí, en eficiencia, aparece en cuarto lugar, habiendo estado los 18 departamentos sujetos a la misma realidad macro-económica.

¿SABER DE QUÉ VIVIMOS O...?


Sabiendo que:

De una respuesta equivocada para un problema concreto es posible regresar sin grandes sacrificios, pero de una solución correcta para un problema equivocado no, simplemente porque difícilmente te des cuenta antes de haberlo sacrificado todo.
retomo la insuficiencia de la pregunta que establecí al comienzo de esta publicación, acerca de:

Sabemos ¿De qué vivimos en San Rafael?...

...y ya habiéndola enmarcado en el inmediato plano contextual que la contiene - la provincia -  impresiona que si sabemos y en lo particular me obligo a pensar que hay un mínimo de información suficiente para renovar la pregunta hacia:

¿Podremos vivir de los que sabemos?...

...lo cual estimula a proyectarse y no habrá de dejarnos muy distantes de tener que cuestionarnos:

¿Por cuánto tiempo podemos vivir de lo que vivimos hoy?

...poniendo a prueba si al menos como ciudadanos nos estamos cuestionando lo correcto, y si somos capaces de transformar para bien la realidad que nos contiene a partir de la información que administramos.

Si tenemos en cuenta el análisis precedente, hace tiempo sabemos de qué vivimos en San Rafael y cómo la matriz productiva ha mutado hasta conformarse en lo que hoy día es. Cierto es que no desconocemos qué hacer o sobre qué trabajar o, dicho de otro modo, tenemos un punto de partida.

El hecho es que sabemos y contamos con suficientes puntos de referencias y las evidencias parecen indicar que no se está haciendo lo correcto por cambiarlo.

"Hay algo peor que no saber que hacer, y eso es saber que hacer y no hacerlo".

Si el razonamiento aquí expresado encierra algo de lógica (nadie es dueño de la verdad y ésta es sólo un perspectiva - llámese privada - entre tantas como instituciones y entes de gobierno haya), también la tiene el pensar que quienes se atribuyen el estarse ocupando, no se están ocupando lo suficiente, o están dando respuesta a las preguntas equivocadas.

No está de más advertir que las excusas, o el exculparse atribuyendo sólo responsabilidades a los roles del Estado - que la tiene - puede ser un placebo temporal pero no la necesaria solución y, en algún momento, más temprano que tarde, habrá que ocuparse.

Claro ha de quedar que cuanto más tarde menos opciones disponibles, y más recursos serán necesarios; y que frente a un problema común no es tiempo de identificar culpables, sino de unir fuerzas y actuar.

DERIVADOS EMERGENTES.


Cada quien derivará de esta publicación lo que particularmente le interese.

Sin embargo, me permito sugerir que antes de cualquier desagregado sea verificada la veracidad de los datos aportados, aún cuando he referido a sus fuentes y siempre considerando valores, relativos y absolutos, como suficientemente acordes a la realidad.

En lo personal, y a los fines del enfoque de la mera utilidad empresarial que me ocupa, los aspectos medulares que derivo y que en algún grado abordaré en la serie semanal de julio, son inherentes a:

  • Ya no es lo que era antes.

Lo que impresiona como un discurrir aletargado aceptable durante muchos años, parece en la actualidad ser un riesgo demasiado alto si se tiene en cuenta que los dos socios sanrafaelino del bloque sur provincial dan muestras de resolver mejor su capacidad productiva respecto de la cantidad de habitantes con la que cuentan. ¿Serán estos menos pasivos, o más proactivos, que San Rafael a las oportunidades del entorno?

Obsérvese además, que el relajo de saberse durante tantas décadas la ciudad cabecera del sur provincial, se configura como un riesgo frente a los avances en vías de conectividad terrestre, nacionales e internacionales, y ni qué hablar de la apertura que confieren las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC's), ambas ya convergentes, totalmente accesibles, y en uso activo por los mencionados socios.

  • No es malo el tercer sector, pero...

Pero el caso es que su utilidad depende de cuanto sirve al entramado productivo primario y secundario y ante la inexistencia y precariedad del propio, ha de estarle sirviendo a otro, o al Estado, con el precio que por ello importa pagar.

  • Oportunidad.

Hay preguntas que merecen un momento específico. Cuestionamientos como los que derivaron de este análisis parecen no ser inoportunos en la antesala de una contienda electoral.

  • La era del conocimiento.

Su llegada, y la velocidad de instalación en todas las instituciones humanas (empresas, sociedad, no gubernamentales y, gubernamentales), no extingue los factores de producción primarios y secundarios sino que los transforma, hace de ellos algo más productivo y obtiene así mayor competitividad en el contexto global.

  • Contexto global.

Las cifras expuestas no dan cuenta de una inserción global de la cual jactarse. Tampoco la información es suficiente para desagregar opiniones bien fundadas al respecto, pero no hay mucho que exportar con las referidas incidencias de los factores primarios y secundarios.

A su vez, es muy alta y de extrema calidad la competencia mundial existente en materia de exportación de conocimiento, como para atribuirse una base de apoyo en ello.

Finalmente,
  • Saber de qué vivimos es una mirada que nos transporta a un tiempo PASADO y si ha de darle trabajo a alguien, ha de ser - en algún grado - a un detective del cambio.
  • ¿Qué hacer para vivir a partir de lo que sabemos? nos pone en el tiempo FUTURO, algo que debe delegarse en genuinos y muy competentes agentes de cambio;
  • y ese tiempo futuro obliga, simultáneamente, a decisiones y consecuentes acciones en el plano PRESENTE, responsabilidad que por sus dimensiones lejos esta de recaer en sólo arquitectos de cambio de un Estado (cualquiera sea éste).
¡Hasta pronto!



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