La post-pandemia, si aún estás en la actividad empresarial,
es hoy.
La actividad empresarial en un contexto absolutamente
atípico, se complejizó para las empresas grandes y consolidadas.
Para las de escala de negocio, micros y pequeñas,
sencillamente la actividad detonó, y si con suerte no te obligó aún a cerrar,
debés saber que los pedazos que te quedan - llamales inconsistentes acciones
defensivas - tienen que adquirir pronta consistencia en un mercado evolutivo
que viaja a una velocidad parametrizada en gran medida por la tecnología.
Si la querés pelear, estás a tiempo, siempre que tengas en
cuenta que el contexto es otro y, por tanto las reglas de juego exigen nuevas
destrezas y prioridades.
Más de cien días de gerenciar en este escenario, certifican
que superaste la fase de supervivencia vital operativa, que no garantiza
sustentabilidad, pero habla de un grado razonable de re-adecuación del plan de
negocio.
Cien días de gerenciar en este escenario, es una ventaja para nada menor, tratándose de semejante evento disruptivo.
Por cuanto a lo que resta re-adecuar, si bien ya sabés que
habrá que hacerlo sobre la marcha, parte de lo clave pasará por contar entre
las premisas de planificación con las siguientes consideraciones:
- La Bio-seguridad de escala doméstica: como administración de protocolos sanitarios, llegó para quedarse.
- La Nueva normalidad, lejos de ser un hecho concreto, exigirá que entiendas la adptabilidad como una práctica cotidiana en el orden de lo vocacional, seguramente por varios meses (largos) más.
- La Agilidad decisoria, en el marco del plan estratégico, y sus consecuentes de negocio/s, particularmente porque los instrumentos e indicadores de control te exigen ahora una calibración más sensible.
- La Aplicación del Plan, que ahora demanda más plasticidad, y no menos rigor, si querés dotar a tu empresa de una oportunidad de permanencia en el mercado.
- La Comunicación, con altísima sensibilidad en dos de sus canales; a) el que trae data contextual hacia la administración (cuyos filtros hoy son de relevancia estratégica) y, b) el que vincula a la administración con la clientela.
Finalmente, para quienes dudaban de la aplicabilidad de
planificar, los hechos sobradamente han despejado toda duda.
Un mal plan sigue siendo mejor que ningún plan, y si bien
las consideraciones precedentes le darán un mínimo de necesaria previsibilidad,
tu destreza para capitalizar oportunidades ya no es condición inexcusable, sino que debe también ser suficiente.
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