viernes, 23 de febrero de 2018

Trabajás mucho o, ¡trabajás inteligentemente!

No importa en qué trabajes, siempre tendrás una oportunidad de mejorar, superarte y, hasta incluso, evitar el desastre. ¡Mejorá, racionalizá, optimizá!
experiencia-gallart-&-co

Cierto amigo me refirió tiempo atrás esta reflexión:

“He trabajado toda mi vida y, no sólo no luce sino que me es imposible dejar de hacerlo; al punto tal que veo la cercana jubilación, como un nuevo problema a resolver y, no me explico cómo otros de mi generación, han logrado tanto, en ocasiones con mucho menos sacrificio que el mío”.

Reflexiones como ésta se hacen con más frecuencia de lo que uno imagina; a veces inconscientes de que lo que impresiona como su gran problema, es en realidad un genérico colectivo, cuyos integrantes individuales, en una gran mayoría, están convencidos de que transformar la realidad está fuera de su control y culpan, consecuentemente, a gobiernos, su empleador, la crisis de oriente medio o…, los recurrentes cambios de fase lunar (por citar algunos vectores inverosímiles) de sus frustraciones.

EL SOL SALE PARA TODOS


Que el sol sale para todos no importa reflexión filosófica alguna. ¡Es un hecho y ya! Es un hecho también, que depende de cada quien el cómo aprovecharlo.

Por caso: al mismo tiempo que un agricultor amanece con el sol, para labrar la tierra hasta que éste se oculta, otros, compran celdas fotovoltáicas, capturan su energía y se la venden a la distribuidora.

Simultáneamente, millones acuden a sus puestos de trabajo a canjear su intelecto y/o fuerza muscular por dinero y otros, en tanto, bronceándose en alguna playa, deciden como asignarán unos pocos recursos disponibles de modo que se multipliquen con el esfuerzo de otros, durante el año que comienza.

Indudablemente todos trabajan; seguro muchos de ellos en cualquiera de las pocas expresiones mencionadas, lo hacen inteligentemente pero, singularmente, el punto es:
¿estoy yo trabajando inteligentemente?


Respuestas a este interrogante abundan; tantas como personas lo pregunten.

Desde un simple “si estás satisfecho con los resultados, para qué pedir más” hasta, “Si te conduce hacia la concreción de todas tus aspiraciones eso es lo correcto y has obrado con mucha inteligencia”. Pasando por un “si así es como te visualizás llegando al final de tus días”…, en cualquier caso, todo en una primera impresión fue un obrar inteligente.

Lo que al parecer se limita a ¿cuál te conforma a vos?, con el tiempo he observado que más allá de cuál, la incomodidad está más asociada con el cuándo comienza a interesarte el asunto y, más aún, con el qué hago al respecto.

El amigo de la reflexión citada, es obvio que advirtió esto cuando ya hubo entregado el grueso de su vida económicamente activa a causas que poco lo favorecieron –económicamente –; aún cuando debo confesar que conozco pocas personas que hayan hecho tantas realizaciones útiles para beneficio de los habitantes de su comunidad, desde dónde su profesión le posibilito desempeñarse.

Creo, luego de varios caminos andados, que hacerlo inteligentemente no sólo importa garantizar una solvencia económica e independencia financiera (cuando mejor) sino que, además, debe ubicar en un equilibrio mínimo a tus expectativas respecto de los beneficios que particularmente te supiste procurar.

Esto, es tan personal de cada quien, como que esa valoración que llaman éxito en estas culturas exitistas han creado más frustrados que los que jamás la humanidad se imagino siquiera posibles de considerar.

REFLEXIÓN CONCLUYENTE


Tengo a Robert KIYOSAKI, como el autor del interrogante que da origen a este post. Viniendo de él, es claro que la inteligencia a la que refiere es inherente a la agudeza financiera de los individuos.

Es frecuente en quienes acuden a consultas sobre empresarialidad, que reseñen haber leído obras de este autor pero, cuando en el diagnóstico los insto a narrar hechos de su historia económica activa reciente, sorprende advertir que nada consistente con un trabajo inteligente y sostenible han hecho, en procura de esperar como resultado esa anhelada autorrealización o ese equilibrio antes mencionado.

Del shock que produce enfrentar la realidad de que está en vos mismo cambiar, dejemos que te ocupes con el psicólogo. Aquí, apenas me permito concluirte que he visto, con gran satisfacción, personas que aprendieron y aprehendieron la diferencia que promulga el interrogante –Trabajar mucho vs. Trabajar inteligentemente–, permitiéndose entonces desaferrarse de seguridades que no aseguran nada (trabajos agobiantes, explotadores y/o insalubres) para, incluso retrocediendo algunos pasos, emprender.

De estos, a su vez, los he visto entrepreneurship e intraprenuership, tan satisfechos unos como otros que, con reflexión y adecuado estudio de cursos de acción alternativos, supieron tomar impulso en iniciativas significativas, conscientes de la dificultad, pero igualmente convencidos de hacerlo satisfechos, por su salud, por su realización y, del mismo modo que por otra vía, tras esa utópica promesa de un acumulado de momentos de felicidad que, en el balance final, dicte una vida que mereció la pena ser vivida.
¡Date una buena vida, trabajá inteligentemente!

  • Mejorá tus competencias;
  • Racionalizá tu proceso;
  • Optimizá tus tácticas y operaciones.


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Es un producto Asesor empresarial de Gallart & Co.



“El DESARROLLO es inherente a las energías humanas más que a la riqueza económica”
Sólo si ADMINISTRAS ambos ¡Lo lograrás!




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