No importa en qué trabajes, siempre tendrás una oportunidad de mejorar, superarte y, hasta incluso, evitar el desastre. ¡Mejorá, racionalizá, optimizá!
“He trabajado toda mi vida y, no sólo no luce sino que me es imposible dejar de hacerlo; al punto tal que veo la cercana jubilación, como un nuevo problema a resolver y, no me explico cómo otros de mi generación, han logrado tanto, en ocasiones con mucho menos sacrificio que el mío”.
Reflexiones como ésta se hacen con más
frecuencia de lo que uno imagina; a veces inconscientes de que lo que
impresiona como su gran problema, es en realidad un genérico colectivo, cuyos
integrantes individuales, en una gran mayoría, están convencidos de que
transformar la realidad está fuera de su control y culpan, consecuentemente, a
gobiernos, su empleador, la crisis de oriente medio o…, los recurrentes cambios
de fase lunar (por citar algunos vectores inverosímiles) de sus frustraciones.
EL SOL SALE PARA TODOS
Que el sol sale para todos no importa
reflexión filosófica alguna. ¡Es un hecho y ya! Es un hecho también, que
depende de cada quien el cómo aprovecharlo.
Por caso: al mismo tiempo que un
agricultor amanece con el sol, para labrar la tierra hasta que éste se oculta,
otros, compran celdas fotovoltáicas, capturan su energía y se la venden a la
distribuidora.
Simultáneamente, millones acuden a sus puestos de trabajo a
canjear su intelecto y/o fuerza muscular por dinero y otros, en tanto,
bronceándose en alguna playa, deciden como asignarán unos pocos recursos
disponibles de modo que se multipliquen con el esfuerzo de otros, durante el
año que comienza.
Indudablemente todos trabajan; seguro
muchos de ellos en cualquiera de las pocas expresiones mencionadas, lo hacen
inteligentemente pero, singularmente, el punto es:
¿estoy yo trabajando inteligentemente?
Respuestas a este interrogante abundan; tantas como personas lo pregunten.
Desde un simple “si estás
satisfecho con los resultados, para qué pedir más” hasta, “Si te conduce hacia
la concreción de todas tus aspiraciones eso es lo correcto y has obrado con
mucha inteligencia”. Pasando por un “si así es como te visualizás llegando al
final de tus días”…, en cualquier caso, todo en una primera impresión fue un
obrar inteligente.
Lo que al parecer se limita a ¿cuál te
conforma a vos?, con el tiempo he observado que más allá de cuál, la
incomodidad está más asociada con el “cuándo comienza a interesarte el asunto” y,
más aún, con el “qué hago al respecto”.
El amigo de la reflexión citada, es
obvio que advirtió esto cuando ya hubo entregado el grueso de su vida
económicamente activa a causas que poco lo favorecieron –económicamente –; aún
cuando debo confesar que conozco pocas personas que hayan hecho tantas
realizaciones útiles para beneficio de los habitantes de su comunidad, desde
dónde su profesión le posibilito desempeñarse.
Creo, luego de varios caminos andados,
que hacerlo inteligentemente no sólo importa garantizar una solvencia económica
e independencia financiera (cuando mejor) sino que, además, debe ubicar en un
equilibrio mínimo a tus expectativas respecto de los beneficios que particularmente
te supiste procurar.
Esto, es tan personal de cada quien,
como que esa valoración que llaman éxito en estas culturas exitistas han creado
más frustrados que los que jamás la humanidad se imagino siquiera posibles de
considerar.
REFLEXIÓN CONCLUYENTE
Tengo a Robert KIYOSAKI, como el autor
del interrogante que da origen a este post. Viniendo de él, es claro que la
inteligencia a la que refiere es inherente a la agudeza financiera de los
individuos.
Es frecuente en quienes acuden a
consultas sobre empresarialidad, que reseñen haber leído obras de este autor
pero, cuando en el diagnóstico los insto a narrar hechos de su historia
económica activa reciente, sorprende advertir que nada consistente con un
trabajo inteligente y sostenible han hecho, en procura de esperar como
resultado esa anhelada autorrealización o ese equilibrio antes mencionado.
Del shock que produce enfrentar la
realidad de que está en vos mismo cambiar, dejemos que te ocupes con el
psicólogo. Aquí, apenas me permito concluirte que he visto, con gran
satisfacción, personas que aprendieron y aprehendieron la diferencia que
promulga el interrogante –Trabajar mucho vs. Trabajar inteligentemente–,
permitiéndose entonces desaferrarse de seguridades que no aseguran nada
(trabajos agobiantes, explotadores y/o insalubres) para, incluso retrocediendo
algunos pasos, emprender.
De estos, a su vez, los he visto
entrepreneurship e intraprenuership, tan satisfechos unos como otros que, con
reflexión y adecuado estudio de cursos de acción alternativos, supieron tomar
impulso en iniciativas significativas, conscientes de la dificultad, pero
igualmente convencidos de hacerlo satisfechos, por su salud, por su realización
y, del mismo modo que por otra vía, tras esa utópica promesa de un acumulado de
momentos de felicidad que, en el balance final, dicte una vida que mereció la
pena ser vivida.
¡Date una buena vida, trabajá inteligentemente!
- Mejorá tus competencias;
- Racionalizá tu proceso;
- Optimizá tus tácticas y operaciones.
“El DESARROLLO es inherente a las energías humanas más que a la riqueza económica”
Sólo si ADMINISTRAS ambos ¡Lo lograrás!
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