No es trabajar más, sino más inteligentemente para no dejar la vida en ello. Ampliar tu perspectiva a tiempo: aumenta tu contribución, salud y oportunidad.
Rara
vez escribo sobre el mejor caso de la semana. Más bien lo hago sobre el que más despierta mi interés y del cual perfilo que, como lector, te
puede resultar más útil; ya sea porque te dispare una iniciativa o, porque te
impulse a una acción superadora de lo que ya has logrado.
CASO INSPIRADOR.
“…mi trabajo consiste en una carrera diaria contra el tiempo, y en este ejercicio es cuando lamentás las limitaciones que te van imponiendo los años, ya que perdés rapidez y capacidad de concentración (lo que hacías antes en una hora, te lleva dos, y el resultado es inferior porque tu vista y la disminución de energía en tu organismo te llevan a revisar superficialmente lo que hacés y, por ende, a ser menos exigente en la calidad final de tu trabajo… …cuando querés hacer las cosas en menos tiempo del que tu estructura mental está en condiciones de hacer a esta altura de la vida)”.
La persona
propietaria* del texto, es titular de una importante empresa de la provincia de
Mendoza, incansable trabajadora intelectual, observada por mi desde hace muchos
años, y por quien profeso un inmenso respeto a su obra y, muy particularmente,
a su ética y disciplina.
Digo más,
cada encuentro o conexión virtual que tenemos, aprendo más que lo que ella
aprende de mí (no tengo dudas de esto). En efecto, termino agradeciendo la transferencia de capital intelectual
que me hace, como la que en esta ocasión me permito compartirte bajo los dos títulos
siguientes.
SÍNDROME DE LA INCOMPETENCIA NEGADA.
Así llamo a esta inevitable disfunción empresarial de los cultores que llegan a consolidar una empresa, habiendo oficiado desde se creación hasta su total esplendor como gerentes propietarios.
Pariente
cercana del síndrome de fracaso promocional, esta disfunción empresaria tiene origen en la postergación de
la evolución estructural necesaria en cualquier organización por el simple,
natural e inevitable hecho evolutivo (exceptuados los casos que involucionan, claro).
Su
explicación consiste en que se pretende seguir haciendo, a pesar de los años
que transcurren, aquella tarea que apuntaló el éxito con el que se pudo
consolidar la empresa; incluso habiendo “delegado” (en los hechos pero no en el
sentir), la dirección de la empresa.
Resultado
inevitable: Incompetencia, acompañada en ocasiones (a veces por breves lapsos
temporales) de frustración. A decir verdad, la incompetencia manifiesta es para
con una tarea que ya no les compete. He ahí la negación y resistencia al necesario
y saludable desapego.
Entonces,
no son incompetentes de hecho, solo ocurre que se encuentran haciendo una tarea
que ya no deben hacer.
La
evolución de la empresa, exige de su progenitor una consecuente lógica
evolución, y con ello competencias para nuevas tareas, más asociadas a la
Dirección y Control que a la ejecución de una determinada rutina preexistente.
Y entonces, ¿QUÉ HACER O ANTICIPAR?
Partamos de la base que por regla general, e incluso por sentido común, ni tú empresa ni la de nadie se puede permitir derrochar ningún recurso, particularmente si éste integra el capital humano y, muy especialmente si se trata del visionario y artífice del concepto que permitió su desarrollo y consolidación.
Hay
mucho por hacer en este aspecto de la empresarialidad. Pero, principalmente, citaré dos que requieren especial atención y enmarcan a los restantes. A saber:
Salud vital.
Si
querés hacer algo muy útil y a tiempo, asegurate de llevar a tu empresa dentro
del percentil estructural y gerencial correspondiente a su edad. A nivel de
dirección o alta gerencia, es una obligación.
Para
esto, quienes conforman la dirección empresaria o titularidad de la empresa, han
de saber, o prepararse anticipadamente para saber, que los nuevos desafíos
exigidos, no pretenden del gerente propietario gestos altruistas, habilidades o
talentos superiores sino, sólo una especial concentración para con el efecto necesario
de una nueva tarea a desempeñar, mucho menos ejecutiva (por ejecución) de lo
que fuera en sus comienzos y, mucho más volitiva (por voluntad) para lo que
corresponde a esta fase ya mucho más madura del desarrollo de la empresa.
Esta
nueva tarea, en edades avanzadas del gerente propietario, importa mucho de:
- perfeccionar una eficaz delegación del liderazgo (sucesión empresaria); y de,
- garantizar un complaciente retiro activo, sin tensiones ni frustraciones para sí mismos y, particularmente, para permitir a la empresa una saludable trascendencia.
Este
último aspecto, el de la saludable trascendencia, es la otra cosa importante a
la que te le podes anticipar.
Saludable trascendencia.
La
trascendencia empresaria tiene como factor clave al debido y necesario proceso
de institucionalización.
Éste, debe ser trabajado a tiempo y convenientemente
por cualquier gerente propietario que, a edad temprana, se tome el tiempo de
apreciar su obra y proyectar en ella su trascendencia.
EL DETALLE SUBYACENTE.
La empresa y su desempeño, incluido el tuyo en ella, no es lo que sos. Apenas constituye, cuando se trata de una empresa sana, una parte de lo que haces.
Si no te ocupás oportunamente de dotarla de una vida
propia, descubrirás, más tarde que temprano, que se quedó con la tuya.
Un detalle
nada menor; de la cual sólo su creador es responsable.
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* Con algunos años más por sobre los sesenta. Por razones obvias, su identidad queda reservada pues lo importante, como en cada caso que no implique reconocimiento al mérito, lo importante es su contribución; suficientemente demostrada en la exposición precedente y su enseñanza.
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“El DESARROLLO es inherente a las energías humanas más que a la riqueza económica”
Sólo si ADMINISTRAS ambos ¡Lo lograrás!
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