miércoles, 9 de diciembre de 2020

Efecto de los defectos de la pandemia en procesos empresariales.

 Remar para ir a ninguna parte, no es solución a ahogarte en un vaso de agua.
Sólo retrasa el fatídico final.

Es un hecho frecuente confundir el proceso productivo, generalmente ese que dominás y aquel por el que emprendiste, con los procesos empresariales, aquellos que hacen del proceso productivo algo viable económicamente y por los habrás de asegurar su sustentabilidad.

El caso es que confundir al proceso productivo con el empresarial, equivale a pensar que, porque habitualmente cargas combustibles en tu automóvil éste sabrá a dónde llevarte, o que todo en él funcionará - ad aeternum - a la perfección.

Ambos sabemos que no es así, y que persistir en la confusión será como navegar en un mar de espuma, donde cada remada contribuye más al desgaste que al efecto de avanzar.

Las empresas se conforman con funciones, y éstas inevitablemente se llevan a cabo mediante procesos, y seas o no consciente de ello, estos se pueden y deben controlar, particularmente si querés dejar de incumplir programas, de atajar todos los penales, de perder clientes y participación en el mercado, de desperdiciar oportunidades y, entre otras, de recurrentemente culpar a otros por tus desgracias.

La condición contextual de pandemia, en sus primeras horas de ocurrencia, enfrentó a las empresas de cualquier categoría y sector, a la revisión de sus procesos empresariales en lo que técnicamente denominamos plan de continuidad, un ajuste drástico a los procesos esenciales, sacarlos del circunstancial defecto, para asegurar la supervivencia del ente.

La tarea fue ardua, y al mismo tiempo para nada definitiva.

Aquellas primeras horas quedaron atrás, y los procesos empresariales, como los particulares intrínsecos a la empresa, ya deben estar en condiciones de administrar con eficacia y exactitud las complejidades de hoy, tanto como el nuevo estándar de valoraciones que el cliente atribuye en el actual contexto.

Esto, podrá ser alcanzado con procesos que se ganen el respeto y, principalmente que la propia empresa sea capaz de respetar; con más la lección aprendida (y cuando mejor aprehendida) que debe - al menos en algún grado - anticipar hechos futuros y moverse con la empresa conforme ésta evoluciona.

Los procesos empresariales pueden y deben ser controlados, además de que gerencialmente es tu deber anticipar y evitar defectos en lo que concierne a experiencia de clientes internos y externos, incremento de costos o tiempos, nuevas tecnologías ahora disponibles, o aprendizajes emergentes de las nuevas circunstancias.

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